martes, 27 de noviembre de 2012

MUERE EL POETA RAFAEL DELIGNE..

DEL LIBRO: ETERNA COMPAÑERA.
 
AUTOR SERGIO CEDEÑO.

Una tarde, cuando me disponía a botar la basura de la casa, Gastón recibió la noticia. Lo que quedaba de su hermano Rafael acababa de morir. Recordó con tristeza los versos del salmo 133:1 que tanto le gustaba leerle: "Qué bueno es, y qué agradable, que los hermanos convivan en armonía”.

Ya no podría verlo más como hacía cada mañana. -"Descansa en paz hermano mío,- le escuché decir en voz baja, cuando el cuerpo de Rafael era depositado en su ultima morada. Luego recitó un poema que le escribió, del cual apena recuerdo aquellos versos que decían: "porque hizo presa en su carne, horrorizada dolencia.... Ya has cavado hondo surco, ve a dormir labrador".

El regreso del cementerio fue muy triste. El grupo de amigos que le acompañaba, llegó donde residía Gastón y allí permanecieron conversando hasta largas horas de la noche. Los amigos veían el rostro deprimido del poeta y no querían dejarlo solo en su dolor y amargura. Para mi fue una noche terrible. Varias veces tuve que ir a pie bien distante, para comprar café, algo de alcohol y cigarrillos, porque eso sí, Gastón fumaba mucho.

Transcurrió un largo tiempo en que la pluma del maestro permaneció enmudecida por el dolor. Escribir era su verdadero oficio y en la medida que el desconsuelo menguaba, vi renacer en él al escritor que llevaba fundido con su ser. Volvió a escribir, esa era su pasión, además, escribir constituía una forma de ahogar sus congojas.

Muchas veces vi llegar presuroso a Federico Bermúdez, quien coordinaba las renovadas tertulias. Cada noche un grupo de selectos poetas, literatos, abogados y artistas se reunían para escuchar al maestro y exponerles sus trabajos.

Concluidas las jornadas literarias, Gastón volvía a refugiarse en la soledad.

En esos momentos de absoluta soledad, escribía poesías de amor que nadie conocía. Los amigos tenían algunas pifias, pero ignoraban por completo a qué mujer Gastón le escribía en secreto. Yo lo sabía porque un día, sin querer, escuché a Evangelina Rodríguez y a Rafael, hablar del tema. Ciertamente, Gastón moría por aquella hermosa mujer catalana llamada Paquita Castañer, que tocaba el piano con dedos de musa inspirada. Todos los días escribía,
poemas y algunas cartas de amor sin que nadie viera su contenido.

                                             CONTINUARA.

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