UNA GENERACION DE
TRANSICION…
Ramón Perdomo
Recién publicó en el
Facebook una foto en su muro, el buen amigo JulyLópez: doctor en leyes,
publicista, fotógrafo, locutor, comunicador yaprendiz de cocina.En el borde
superior de ella colocó unas grafías que decían así: “Parece que fue
ayer.........pero que va! Los años pasan y pesan.”
Recordé que al tiempo
se le ha endilgado muchas cosas, tanto buenas como malas, por ejemplo hay una
frase muy famosa entre los de mi generación y casi la anterior que expresa:
“Cualquier tiempo pasado fue mejor”, la que se le adjudica al viejo vate
español Jorge Manrique, quien la dio a conocer en unas coplas escritas a raíz
de la muerte de su padre. El cantautor cubano Pablo Milanés sin embargo, tiene canciones
con frases muy alusivas al tiempo y el ayer: “El tiempo, el implacable, el que
pasó, siempre una huella triste nos dejó” y en otra un poco más romántica: “El
tiempo pasa, nos vamos poniendo viejo y el amor no lo reflejo como ayer”.
En la fotografía
aparecen el propio López, Aris Palmero (Dr. Pastor Arismendi Palmero Guerrero)
y quien suscribe y aunque tenemos entre sí diferencia de años de nacidos,
vivimos una época que contábamos con la
misma edad. Disfrutamos de esa época que ahora vemos fue de transiciones, y que
veníamos de hogares distintos, pero con las mismas ordenanzas sin discusiones
de nuestros padres y nuestras madres, todo esto conjugado como vemos hoy día en
los valores familiares.
El decenio de los 80
del pasado siglo, fue la época de los matrimonios, de contraer los compromisos
sociales y familiares, de tener los hijos y soñar con su futuro, preparados ya
sin darnos cuenta, para transmitir esos valores que nos impusieron nuestros
mayores a fuerza de pelas, pellizcos, jalones de orejas, miradas fulminantes y
un “cállese, que los muchachos hablan cuando la gallina mea”. No nos dimos
cuenta hasta hoy, que aquellas expresiones iban a tener que desaparecer porque
muchos niños de hoy día continúan las conversaciones de los adultos como
invitados a la misma, y que pegarle a un niño para corregirle iba a ser violencia
intrafamiliar, que los niños tendrían sus propios derechos y que serían
inviolables, so pena de ir a un tribunal y hasta la cárcel.
Hoy sin nostalgia
alguna, pero con la garganta reseca, recordamos los momentos de alegría, los de
tristeza extrema, al saber de la muerte de un pariente cercano de alguno de los
contertulios, los momentos de trifulca entre nosotros mismos, como el que se
produjo entre quien suscribe y Palmero Guerrero: Yo con mi obtusa disciplina
del tiempo, heredada en medio de las habitaciones oscuras conspirando contra el
patrón, el sistema imperante y las fuerzas políticas exógenas. Y aquel amigo,
buscando subsistir económicamente con sufamilia entre las
veleidades de la vida. El seguir compartiendo sin rencores en las tertulias
(pero sin dirigirnos la palabra por algunos meses), nos hizo olvidar aquel
intercambio de puñetazos en plena vía pública
y hoy en medio de los avatares de la cotidianidad, nos conforma que
nuestros hijos son amigos a la usanza de esta época.
Hemos pasado mucho
tiempo juntos, riendo, llorando, tirando miradas prohibidas atreves del cristal
de una copa, y ciertamente el tiempo nos ha dejado momentos amargos, pero
también dulces y agradables. Lo que no hemos hecho ninguno de los de esa época,
es preguntarle al tiempo por su pasado, para saber de él sus veleidades, sueños
truncos y propósitos logrados. Nosotros somos una generación de la transición
del absolutismo tradicionalista familiar, a la permisividad sistémica de la
bisutería y el individualismo teológico de la salvación.
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