Por Periodista 23
La Altagracia.- Con una inversión de RD$200 millones, el 30 por ciento por el sector privado y el 70 del Gobierno, el presidente Leonel Fernández, inauguro este jueves el Museo de Nuestra Señora de La Altagracia en Higüey, en un edificio ubicado en los terrenos de la Basílica dedicado a la patrona del pueblo dominicano, que recoge el patrimonio artístico e histórico que posee al santuario acerca de esta devoción mariana la mas antigua de América.
La bendición del Museo la realizó el Arzobispo de Santiago, Monseñor Nicanor Peña Rodríguez, quien afirmó que con la construcción de esta obra eclesiástica hemos pretendido recoger en esta sede los testimonios de la historia cristiana y las expresiones artístico-culturales del pueblo dominicano. "No es un depósito de obras inanimadas, sino un vivero perenne que transmite en el tiempo el genio y la espiritualidad de la comunidad de los creyentes", indicó.
TESOROS DE LA OBRA:
Este Museo, dedicado a la Virgen de La Altagracia, pone en valor las tradiciones cristianas del culto altagraciano, a través de una colección de pinturas, ingeniería en cera y madera, y orfebrería atesorada desde el siglo XVI.
Además, los visitantes podrán contemplar una exposición de miles de exvotos, promesas o milagros conservados en el santuario, muchos confeccionados en plata y oro.
La exhibición de piezas cuenta, entre otras obras pictóricas, con 16 medallones de la devoción altagraciana, realizados en el siglo XVIII, y que han sido cuidadosamente restaurados, se trata de pinturas en formato ovalado que describen la vida en la época de la colonia, con un especial énfasis en los prodigios y milagros asociados a la imagen de la Virgen de La Altagracia.
En la denominada Sala del Tesoro se exhiben auténticas joyas de la orfebrería local y de otros países de América de los siglos XVII al XIX, asimismo, se destacan un porta viático de oro y esmeraldas, un incendiario, la sacra de la consagración y el manifestador, entre otras piezas.
Posee seis salas de exhibición un auditórium, un mirador hacia el santuario, un salón de audiovisuales, un laboratorio y otras instalaciones.
En la elaboración de las diferentes salas del Museo se ha tomado en cuenta el fundamento eclesiológico, una perspectiva tecnológica y la dimensión espiritual que exponen cuál ha sido el camino recorrido por la iglesia dominicana a lo largo de cinco siglos de culto altagraciano.
Al estar ubicado en una ciudad eminentemente turística, sirve para ampliar la oferta de atracciones para los visitantes de otras latitudes, que podrán conocer y valorar mejor la herencia cultural y religiosa de los dominicanos.
Dentro de los inversionistas que contribuyeron para la realización del edificio que aloja el museo figuran el Gobierno dominicano, la Iglesia Católica, Central Romana Corporation, Grupo Punta Cana, Grupo Vicini, Banco Popular Dominicano, Industrias Banilejas, Grupo Abrisa, Juristas S.A., y los señores Salustiano Acebal, Pedro A. Rodríguez, y Andrés Avelino Abreu, entre otros.
El Museo estará abierto al público en general de martes a domingo de 9:00 de la mañana a 5:00 de la tarde, con un costo de entrada de RD$200.00 para adultos y RD$50.00 para niños.
Fue reconocido de manera especial al profesor museólogo y arquitecto, diseñador de la obra, el argentino Sergio Barbieri.
La bendición del Museo la realizó el Arzobispo de Santiago, Monseñor Nicanor Peña Rodríguez, quien afirmó que con la construcción de esta obra eclesiástica hemos pretendido recoger en esta sede los testimonios de la historia cristiana y las expresiones artístico-culturales del pueblo dominicano. "No es un depósito de obras inanimadas, sino un vivero perenne que transmite en el tiempo el genio y la espiritualidad de la comunidad de los creyentes", indicó.
TESOROS DE LA OBRA:
Este Museo, dedicado a la Virgen de La Altagracia, pone en valor las tradiciones cristianas del culto altagraciano, a través de una colección de pinturas, ingeniería en cera y madera, y orfebrería atesorada desde el siglo XVI.
Además, los visitantes podrán contemplar una exposición de miles de exvotos, promesas o milagros conservados en el santuario, muchos confeccionados en plata y oro.
La exhibición de piezas cuenta, entre otras obras pictóricas, con 16 medallones de la devoción altagraciana, realizados en el siglo XVIII, y que han sido cuidadosamente restaurados, se trata de pinturas en formato ovalado que describen la vida en la época de la colonia, con un especial énfasis en los prodigios y milagros asociados a la imagen de la Virgen de La Altagracia.
En la denominada Sala del Tesoro se exhiben auténticas joyas de la orfebrería local y de otros países de América de los siglos XVII al XIX, asimismo, se destacan un porta viático de oro y esmeraldas, un incendiario, la sacra de la consagración y el manifestador, entre otras piezas.
Posee seis salas de exhibición un auditórium, un mirador hacia el santuario, un salón de audiovisuales, un laboratorio y otras instalaciones.
En la elaboración de las diferentes salas del Museo se ha tomado en cuenta el fundamento eclesiológico, una perspectiva tecnológica y la dimensión espiritual que exponen cuál ha sido el camino recorrido por la iglesia dominicana a lo largo de cinco siglos de culto altagraciano.
Al estar ubicado en una ciudad eminentemente turística, sirve para ampliar la oferta de atracciones para los visitantes de otras latitudes, que podrán conocer y valorar mejor la herencia cultural y religiosa de los dominicanos.
Dentro de los inversionistas que contribuyeron para la realización del edificio que aloja el museo figuran el Gobierno dominicano, la Iglesia Católica, Central Romana Corporation, Grupo Punta Cana, Grupo Vicini, Banco Popular Dominicano, Industrias Banilejas, Grupo Abrisa, Juristas S.A., y los señores Salustiano Acebal, Pedro A. Rodríguez, y Andrés Avelino Abreu, entre otros.
El Museo estará abierto al público en general de martes a domingo de 9:00 de la mañana a 5:00 de la tarde, con un costo de entrada de RD$200.00 para adultos y RD$50.00 para niños.
Fue reconocido de manera especial al profesor museólogo y arquitecto, diseñador de la obra, el argentino Sergio Barbieri.
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